La pérdida de estructura dentaria ha existido desde el
origen de la humanidad de manera fisiológica y patológica, pero en los últimos
años se han visto en aumento por los hábitos dietéticos e índices de estrés
correspondientes a nuestra época, además del aumento de la expectativa de vida
y nuevas maniobras preventivas que llevan a una mayor longevidad dental. Son lesiones
de avance lento, pausado y progresivo y se clasifican en: abrasión, erosión-corrosión,
abfracción, y sus múltiples combinaciones.
La Abrasión es el desgaste patológico de la estructura
dentaria causada por procesos mecánicos anormales provenientes de objetos extraños
o sustancias introducidas en la boca, que al contactar con los dientes genera
pérdida de tejidos duros mediante mecanismos como pulido, frotado o raspado. Si
esta lesión se combina con ácidos no bactrianos se denomina abrasión química. Se
localizan en el Límite Amelocementario más frecuente por las caras vestibular,
y de canino a primer molar. Los más afectados son los premolares maxilares. La lesión
se puede ver con contorno indefinido, superficie lisa, plana, brillante, dura y
pulida, a veces con grietas, placa bacteriana ni manchas de coloración
asociadas, y se acompaña de recesión gingival.
La erosión-corrosión es la disolución química de los tejidos
duros que no involucra la presencia de placa bactriana. Es causada por agentes ácidos
o quelantes de origen intrínseco (reflujo, bulimia) o extrínseco (ácidos exógenos,
medicamentos, dieta). El progreso de la lesión depende del tipo de ácido, su concentración
y frecuencia a la que se expone el esmalte. Se pueden ver afectadas las
superficies linguales, incisales y oclusales. Las lesiones se pueden ver con superficie
defectuosa, suave, de aspecto levemente rugoso y opaco, de forma aplanada. Las cúspides
dentarias pueden aparecer con forma de copa o cúspide invertida o redondeada. Aumentan
con la edad.
La abfracción es la lesión en forma de cuña causada por
fuerzas oclusales excéntricas (especialmente el componente horizontal
vestíbulo-lingual que aparece en la parafunción) que provoca un arqueamiento de
la corona y flexión dental con fulcrum
en el tercio cervical de diente, llevando a la fractura de dentina y que trae
como consecuencia el desprendimiento de cristales del esmalte. También se
denomina Síndrome de compresión, ya que esta lesión se evidencia con un
conjunto de signos (perdida de estructura dentaria en forma de cuña, fractura y
desprendimiento reiterado de restauraciones) y síntomas (hipersensibilidad
dentinaria).
Clínicamente tiene forma de cuña profunda con estrías y
grietas, con ángulos ásperos, de fondo angulado o ligeramente redondeado, márgenes
definidos, siempre se ubican en el LAC, por el menor espesor de esmalte y donde
los cristales son más cortos y quebradizos, y puede presentarse en múltiples
superficies en un pieza, pero rara vez llega a ser circunferencial.
Si esta lesión se combina con ácidos no bacterianos se
denomina corrosión por estrés.
- Nélida Cuniberti de Rossi , Guillermo H. Rossi. Lesiones cervicales no cariosas: La lesión dental del futuro.
Debido al notable aumento en la prevalencia de estas lesiones, es fundamental incluir en todo plan de tratamiento una acciòn preventiva tendiente a corregir y en lo posible eliminar, los malos hàbitos y/o elementos involucrados en la producciòn de estas lesiones. Si consideramos que gran parte de ellas se generan por agentes exògenos como: bebidas carbonatadas, frutas àcidas y sus jugos, vino y vinagre, vitamina C, aguas cloradas, etc. podemos darnos cuenta que es muy factible limitar o muchas veces evitar el daño en el diente, actuando de manera precoz e interventiva, por lo que una correcta y minuciosa anamnesis del paciente resulta de vital importancia.
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